Siempre he sentido una gran pasión por la naturaleza. De pequeño quería ser biólogo para poder conocer a los animales y su mundo.
A los 13 años la espiritualidad ya estaba presente en mi vida, pero no fue hasta los 24 años que descubrí el chamanismo. Eso no significa que tuviera claro mi camino, por entonces era una vía para el desarrollo personal, no para mostrar al mundo.
Con casi treinta años decidí dejar un trabajo en el que llevaba ya una década y dedicarme a conocer el universo canino. Era un tema que me apasionaba, porque volvía a recuperar el sueño de niño.
Cuando vas creciendo la sociedad te marca los caminos a seguir y los sueños de niño se van diluyendo, por lo que disfruté mucho regresando a un mundo que me enseñaría muchas cosas que hoy puedo ya practicar.
Sin embargo a los 35 entré en una profunda crisis, y no entendía las causas. Una crisis que, como todas, resultó dolorosa pero me ayudó a entender el verdadero camino que la vida me tenía reservado.
No es fácil reconocer que los espíritus te eligen para servir a los demás. Muchas veces he intentado recorrer otros derroteros que nada tienen que ver con el chamanismo, y siempre he terminado volviendo a caer en crisis o debilitándome física y energéticamente.
Por eso definitivamente he resuelto seguir la senda del Chamán y entregarme a los espíritus. No es un camino tan agradable y maravilloso como muchos piensan. Cuando ellos te eligen, a cambio exigen una entrega sincera y profunda a la humanidad y a la naturaleza que la contiene.
Y hoy te ofrezco la oportunidad de que hagamos ese recorrido juntos.
Si nos necesitas, los espíritus y yo te estamos esperando.